Pocos son los días, y muchos los problemas, que vive el hombre nacido de mujer. Es como las flores, que brotan y se marchitan; es como efímera sombra que se esfuma.

Libro de Job 14:1-2

El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno.

Salmo 103:15-16

No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte. No hay licencias durante la batalla, ni la maldad deja libre al malvado.

Libro de Eclesiastés 8:8

¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: —Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.

Carta de Santiago 4:13-15

Estos escritores de la Biblia y otros más consideran que la vida del ser humano es efímera, breve, pasajera. En un abrir y cerrar los ojos desaparece el mortal y su memoria pasa al olvido a menos que haya algo muy significativo es recordado en su aniversario o por algún evento.

A Jesucristo se le recuerdan en la gran mayoría de la gente en tres eventos: su nacimiento, su muerte, y resurrección. Solo sus seguidores desde el primer siglo hasta la fecha lo recordamos por su persona carismática, su compasión, sus enseñanzas, sus milagros y sanidades, por su amistad y compañerismo con los que anduvieron con él, por los que lo conocieron y fueron beneficiados por su intervención en sus vidas.

Todos sus seguidores recuerdan sus promesas, por ejemplo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, “Mi paz les dejo mi paz les doy”, “Si el mundo los aborrece, recuerden que a mi me aborreció primero”. El prometió volver a éste mundo: “Verán entonces al Hijo del Hombre venir en las nubes con gran poder y gloria.” Hay otras promesas de Jesús a sus seguidores, esta última promesa es la esperanza para todo aquel que cree en él y lo sigue: “Quiero que donde yo esté, ustedes también estén conmigo”, porque “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre si no por mí.”

Aunque la vida humana es breve, Cristo nos da la esperanza que en él tenemos vida eterna, continuaremos viviendo con él después de dejar nuestro cuerpo físico muerto. El declaró enfáticamente: “Yo soy la resurrección y la vida. El que crea en mí vivirá,  aunque muera; y todo el que vive y cree en mi no morirá jamás. ¿Crees esto? (Evangelio de Juan 11:25).

Cada día que transcurre en tu vida es un día menos en tu existencia. ¿Cuántos te quedan? No lo sabes, tampoco yo se cuántos me quedan. Por lo tanto, es ahora, es el día, en que debemos estar preparados para partir al cielo donde está Cristo o perdernos en la oscuridad.

Lee Juan 14:1-14