Este es un asunto que descuidamos frecuentemente.

La palabra emoción es un término latino, -Emovere- E: fuera, moveré: mover, editar. Las emociones son un aspecto de la mente, estas se experimentan dentro del alma pero tienen una manifestación física. Por ejemplo el enojo, afecta las glándulas suprarrenales, irrita las glándulas digestivas, condiciona las glándulas lagrimales y el sistema circulatorio y otras más. Así que emociones diferentes afectan el organismo en diferentes maneras, un ejemplo es el temor. Por lo tanto emociones diferentes afectan al organismo en diferentes formas.  El temor puede aumentar la fortaleza física prolongando el poder de endurecimiento y causar una insensibilidad al dolor, pero también el temor puede paralizar a la persona. Así que las emociones puede  interferir con el proceso normal del cuerpo y de la mente, causando trastornos físicos o mentales, incluso la muerte. Todos hemos experimentado algunas de estas emociones: ira, temor, ansiedad, odio, etc. Sin embargo todas las emociones tienen en común la idea general de estar agitadas, excitadas, perturbadas, estas forman parte innata de los niños aunque se desarrollan o modifican  mediante el crecimiento o la madurez por el aprendizaje. Son factores importantes en la motivación de la conducta humana.

La gente puede dejarse influir por sus sentimientos que por la  razón. Las emociones son más tenaces que las ideas. Las emociones son un medio de comunicación. Una persona melancólica va a esparcir melancolía. Una persona alegre, alegría, una persona iracunda enojo y molestia. Las emociones le dan color y riqueza a la vida y valor a lo que posees. Ellas hacen de una persona que sea atractiva o repulsiva, ángel o demonio.

Las emociones son un factor importante en la vida religiosa del individuo. “Tanto amó Dios al mundo” 3:16, es la esencia del evangelio de Jesucristo. Mateo 22:37-39; 10:28. Las emociones enriquecen la adoración cristiana; toda la liturgia, ordenanzas y símbolos. La fe cristiana santifica, purifica nuestras emociones.

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Lee Mateo 22:37-39