Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.

Evangelio de Juan 4:23

Una de las conversaciones interesantes que tuvo Jesús en su ministerio y en forma particular en el territorio de Samaria, en cuya tierra era muy difícil que un judío transitara y pudiera entrar en las  ciudades o aldeas del territorio enemigo. El valiente Jesús lo  hizo, llevando consigo a sus doce discípulos. Mientras ellos iban a la ciudad a comprar alimentos, él se quedó en la entrada y se sentó en el pozo de Jacob. Tuvo una conversación con una mujer samaritana. Es una historia muy significativa por las declaraciones de Jesús a ella, es de las pocas veces en que Jesús dice, que él es el Mesías. La enseñanza que le dio a ella, nos sirve a nosotros para que comprendamos a fondo sobre la adoración que debemos rendir a Dios nuestro Padre y cómo podemos mejorar ésta.

La primera consideración es comprender que la adoración a Dios, debe ser en espíritu y en verdad. Nuestro yo interno debe estar presto y necesitado para buscar a Dios en adoración; porque la adoración primeramente es espiritual, Dios es Dios de los espíritus. Esta tiene que ser con fe, en veracidad, legítima, y sincera, sin estas actitudes no es una adoración genuina, eficaz y no es recibida por Dios. Usamos nuestra voz, mente, nuestras palmas, y algunos adoradores danzan o se mueven de manera rítmica sin mover la cadera porque hacerlo se convierte en baile secular.

Debemos aceptar el consejo de Jesús que le dio a la mujer samaritana, no es el lugar físico lo más importante donde vayamos a adorar, ella creía que debía adorar en El Monte Gerisin y los judíos en el Templo de Jerusalén exclusivamente, Jesús dice que no es así. El lugar es nuestro corazón, el templo tiene su lugar, pero no sirve ir a uno, o sinagoga, iglesia o auditorio, sin la actitud correcta según el consejo de Jesús.

Sé un verdadero adorador, hazlo en compañía de otros creyentes fieles. Seamos reverentes al estar en el culto que se ofrece a Dios. Tu serás bendecido y serás de bendición.

Lee Juan 4:1-26