Sin embargo, vemos a Jesús, que fue hecho un poco inferior que los ángeles, coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte. Así por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos. En efecto, a fin de llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, para quien y por medio de quien todo existe, perfeccionará mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos.

Carta a los Hebreos 2:9-10

Este, es un pasaje bíblico muy interesante, aunque toda la carta a los Hebreos lo es, ya que presenta en profundidad la obra del Mesías Jesús como un Sumo Sacerdote, superior al sumo sacerdote Aarón, Moisés, los profetas, sacerdotes y mediadores de alguna  religión, que se adjudican este título.

Jesucristo al ser humano como nosotros, aunque perfecto en todo, fue menor que los angeles, poderosos, criaturas celestiales que ejecutan toda orden de Dios, lo obedecen, son inmortales, no se mueren. Jesús como nosotros, era mortal. Pero al morir, por causa de los pecados de  los seres humanos, Dios lo resucitó por su poder. Después de dar evidencias Jesús a sus discípulos de que estaba vivo; a los 40 días ascendió al cielo. Por su muerte nosotros los que creemos en él, hemos sido adoptados por Dios el Padre como hijos. Dejamos de ser criaturas y ahora somos hijos por el amor de Cristo demostrado en nuestro favor y Jesús nos ha garantizado que nosotros sus seguidores iremos también al cielo al morir. De esa manera se completa la salvación del individuo, primero es redimida nuestra alma al creer que Cristo, murió, resucitó y volverá por su pueblo. Después la garantía que nuestra alma al morir nuestro cuerpo llegará a donde él está y cuando él regrese a este mundo nuestro cuerpo resucitará a semejanza de su cuerpo y viviremos con él aquí en la tierra al establecer su reino. 

Lee Hebreos 2:5-11