La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Por el  contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!

Filipenses 2:5-8

Al leer esta carta no es difícil descubrir si se recuerda que el propósito principal del apóstol Pablo es, aconsejar de manera práctica a los cristianos de Filipo, porque hay una amenaza con disolver la unidad de los creyentes. Contra la actitud de algunos de expresarse egoístamente, él pone la actitud de Cristo como el ejemplo supremo de obediencia (V. 5).

Al leer este pasaje o versículos uno debería sentirse inclinado a alabar al Señor. Algunos estudiosos del Nuevo Testamento consideran que este pasaje a los Filipenses es el pasaje más importante y emocionante que el apóstol Pablo escribió sobre Jesús. Aquí se plantea su pensamiento favorito. Lo esencial es la simple consideración que el apóstol ya había hecho a los corintios: ”Jesús siendo rico se empobreció por nuestra causa” (2 Corintios 8:9). Pero aquí en Filipenses esta idea se desarrolla con una plenitud y riqueza que no tiene comparación. Jesús era Dios y Hombre de manera perfecta. El apóstol ruega a los filipenses que vivan en unidad y armonía, que dejen todo deseo de distinción y prestigio y que abriguen en sus corazones el deseo de seguir el ejemplo humilde de Cristo, ser como él. “Quien siendo por naturaleza Dios, no consideró ser igual a Dios como algo a que aferrarse” (v. 6). Quiere decir que Jesús es Dios en forma esencial e inmutable. Lo mismo el hombre es una misma esencia, lo que no puede ser cambiado, y esta forma no le puede ser quitado. Las características y capacidades del hombre que le son innatas, incambiables e inalterables. Describe la parte del hombre que, a pesar de todos los cambios, posibilidades y circunstancias, sigue siendo la misma naturaleza. Así que Jesús es Dios en forma esencial, inalterable e inmutable, y es hombre perfecto con toda la esencia como cualquier hombre pero sin pecado, perfecto.

Lee Filipenses 2:1-11