“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.”
Filipenses 2:3-4
La humildad no tiene nada que ver con la humillación. No se trata de mantener una baja autoestima o tener falta de confianza. Jesús ciertamente no sufrió de baja autoestima, y aún así vivió una vida de completa humildad. Muchos han llegado a considerar que un cristiano humilde es prácticamente alguien insignificante para los demás. En realidad un creyente tiene un fuerte sentimiento de valía propia y una posición de identidad segura como un individuo que ya no tiene la necesidad de elevar la carne o inflar el orgullo personal. El estado del corazón es lo que determina su verdadero lugar y posición.
Con respecto a nuestro aspecto físico la palabra modestia denota que no presumimos de nuestros rasgos y evitamos revelarnos de tal manera que haga que otros se sientan incómodos o invite a una atención equivocada. Pensemos en la humildad como la modestia del corazón. Trabajamos no para presumir en cuanto a quienes somos, o revelar nuestro yo de una manera que haga sentirse incómodos a otros o invite a una atención equivocada hacia nosotros. Para el cristiano, la humildad significa que la vida no se trata de mi, sino más bien se trata de Dios y los demás.
En Proverbios 15:33 Salomón lo resume de la siguiente manera: “El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra”.
La humildad es lo contrario a la arrogancia. Una persona arrogante quiere que su presencia domine una habitación, mientras que una persona humilde desea que la contribución que hace en una habitación beneficie a los que están en ella.
Practicar la humildad no se trata de volverse invisible y pasar desapercibido; tiene que ver con ser franco y modesto para sacar lo mejor de quienes nos rodean.
Jesús se humilló así mismo y a su debido tiempo Dios Padre “lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que esta sobre todo nombre” Filipenses 2:9
El promete hacer lo mismo por nosotros:
“Humíllense delante del Señor, y El los exaltará” Santiago 4:10