“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias”.

Filipenses 4:6

Los apóstoles le pidieron a Jesús de Nazaret: “enséñanos a orar”, y El respondió a su pedido, enseñándoles lo que llamamos el Padre Nuestro. El Rabí de Galilea sabía lo importante y necesario de la oración, la practicaba todos los días, en la madrugada o por la noche y sus discípulos lo observaban, ese ejemplo fue fundamental para ellos convirtiéndose en hombres de oración. En estos versículos de Filipenses, el apóstol Pablo hace ciertas consideraciones como un exhorto a sus lectores los cuales eran cristianos y vivían en la ciudad de Filipos. De esta exhortación aprendemos lo siguiente.

La Falta De Oración Traerá Como Consecuencia Una Creciente Ansiedad E Inseguridad.

Es un tanto peligroso y nada efectivo cuando Dios nos deja a nuestra suerte; por causa de su amor por nosotros y por su bondad compasiva responde a nuestras oraciones cuando con sinceridad lo buscamos.

Orar Respecto A Todo

Incluye cualquier detalle que provoque afán. A veces se nos olvida que a Dios le interesa oír cada necesidad específica que le presentamos, a veces somos tímidos al pedir, otros creyentes piensan, que debemos ayudar a Dios y por eso no le presentan todas sus necesidades.

La Oración Eficaz Debe Ser Acompañada de Acción de Gracias.

En el momento de ir terminando nuestra oración o nuestras peticiones debemos dar gracias por su respuesta. El ser agradecidos aún sin haber recibido la respuesta es muy loable. Nuestro Padre merece nuestra gratitud.

La Oración que Expresamos Debe Producir Paz en Nosotros.

Al salir de la desesperación o angustia debemos experimentarla, esa paz dice la Escritura Sagrada que sobrepasa nuestra comprensión o entendimiento. Al entregar nuestra oración, ruego o confesión de pecados debe darnos esa bendita tranquilidad y creer que estamos en las manos de Dios, Él no nos dejará solos en medio de la prueba. Ora con fe sin dudar nada.

Lee Filipenses 4:6-7