Nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte o poderoso, Padre eterno, Príncipe de Paz.

Profeta Isaías 9:6

En la revelación de Dios al profeta Isaías, experimentó una esperanza mesiánica futura que resolvería los problemas y la enajenación en la que el pueblo Israel había caído, al desobedecer alejándose de su Dios quien había realizado grandes hazañas en favor de ellos y los había conformado en una gran nación, pero el pueblo fue desleal corrompiéndose en la idolatría y en la falsedad del culto que le ofrecía a Dios. Los reyes y gobernantes a quienes el profeta Isaías le tocó servirles, eran necios, pecadores, autosuficiente, injustos, no aceptaban los consejos del profeta. Ellos no sólo toleraban la idolatría del pueblo sino que la promovían. En los mensajes de advertencia que el profeta anunciaba no había respuesta, no lo aceptaban, el pueblo seguía desenfrenado, seguían el ejemplo y la enseñanza de los extranjeros paganos e idólatras.

El profeta Isaías les hizo ver que había una esperanza en el futuro, que nacería un niño, el cual se comportaría según la voluntad de Dios y traería un futuro mejor para la nación de Israel, sería Dios poderoso, fuerte e invencible, “su reinado no tendría fin” porque su soberanía se extendería y su paz no tendría fin. Gobernaría sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud. Esto lo llevará acabo el celo del Señor Todopoderoso” (v. 7). 

En nuestras situaciones adversas, sea una enfermedad, un problema, un rompimiento en nuestras relaciones humanas, aun en otros asuntos, debemos confiar en Cristo el Señor, quien todo lo puede para ayudarnos y sostenernos en medio de esos conflictos, lo único que se requiere es tener fe en Él, porque todo lo puede. Él nos ama y anhela lo mejor para ti.

Lee Isaías 9:1-7