SALMO 144  DEL REY  DAVID

Es un salmo de intimidad con el Señor, con elementos de lamento y petición de alabanza y gratitud. El orante, apela a la fidelidad y a la justicia de Dios, espera una respuesta a su oración y suplica. Ruega que el juicio del Señor no lo alcance reconociendo que nadie se puede presentar ante Él como inocente. Reconoce que su Dios es amoroso. es su Roca, su amparo, su escondite, su libertador y su escudo. El es quien le hace ganar sus batallas, lo ha adiestrado para ello. Hace un paréntesis para reflexionar en el por qué piensa y cuida al mortal cuando tan solamente es efímero en su existencia. Esto es incomprensible para el ser humano ya que su vida depende exclusivamente de su Creador y Sustentador; es necesario reconocer que es por su infinita bondad que existimos, el tiene el control de todo lo que ha creado: “Abre tus cielos, y desciende; toca losontes y haz que echen humo”, en ese poder clama para que extienda su mano y lo salve del infortunio y de sus enemigos.

En esa situación el orante hace un espacio para cantar un canto nuevo a su Dios, el arpa en sus manos cantará salmos al Eterno por ponerlo a salvo reconociendo que Él da la victoria a los reyes porque el enemigo es cruel, falso, mentiroso y juramentan falsedad. Hace un abrupto cambio en su oración y sutilmente pide al Dios proveedor que sus hijos florescan y sus hijas sean esculpidas como columnas para embellecer su palacio; que la cosecha de frutos sean abundantes para llenar sus graneros y sus rebaños se multipliquen. Pide que en las calles de su ciudad y en las plazas haya paz. Exclama con inmensa alegria y satisfacción que ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!

Cuánta enseñanza hay para ti y para mi en este salmo, que nos ayuda para aprender a depender más del Dios de David, nuestro Dios, gracias a Jesucristo que hizo posible que pudiéramos reconocerlo como un Dios que se complace en la obediencia de su pueblo al aceptar su voluntad y en Cristo nos dio el privilegio y derecho de ser llamado sus hijos. Si, benditos son todos aquellos cuyo Dios es el Señor, el Eterno, el Altisimo. Es nuestro refugio y proveedor. A Él sea la gloria y a Jesucristo nuestro Señor y al Espíritu Santo que nos ha regenerado para El.

– Pastor Orel Ochoa (extraído del libro Meditaciones en los Salmos del Rey David)

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