En el capítulo 14 del Evangelio de Juan, Jesús les explica que Él es el camino al Padre, les promete el Espíritu Santo que estaría con ellos para consolarlos, porque morará en ellos y estaría con ellos. En el capítulo 15 hace una exposición sobre la “vid verdadera”, que ellos deberían estar unidos a la vid como buenos pámpanos, les dijo que Él era la vid verdadera y ellos los pámpanos; les aseguro que el mundo los aborrecería como lo estaban aborreciendo a Él.  “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (15:13). Permitió ese sacrificio sangriento por los bárbaros soldados romanos. No se escondió, ni se defendió; “Como Cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto…” “Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte…” (Profeta Isaías capítulo 53).

Cuánto fue su amor por la humanidad caída y perdida, gran amor por ti y por mí, aun así, un gran sector de la humanidad continúa extraviada, a pesar de tener un Salvador disponible para todo aquel que quiera creer en El. Si el ser humano se pierde al morir y enfrentar la terrible oscuridad y la condenación eterna será tan solamente por su necedad, incredulidad y rebeldía para con Dios y para con el Mesías, Salvador y Señor, quien se ofreció voluntariamente por amor en la cruz del calvario. El murió por todos nuestros pecados, pero al tercer día Dios lo resucitó como había prometido Jesús al declarar: “porque yo vivo, también ustedes vivirán”. “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque este muerto vivirá. Y todo el que vive y cree en mí no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 14:19; 11:25, 26).

¡Créelo!, la promesa es para ti y para mí. Su sacrificio fue por amor a todo aquel que crea.

Lee Juan 14:5-14