En su sermón en Pentecostés el apóstol Pedro entre muchas cosas que dijo, incluyendo el cumplimiento de la profecía de Joel, expresó: Pueblo de Israel, escuchen esto: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes, por medio de Él, como bien lo saben… y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz. Sin embargo, Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio. Por lo tanto, sépalo bien todo Israel que, a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y le dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿Qué debemos hacer? ARREPIÉNTANSE y BAUTÍCENSE cada uno de ustedes en el nombre de Jesús para perdón de sus pecados y recibirán el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:36-38, 39,40).
En el versículo 21 parte de la profecía de Joel, cuya invitación fue desde la época de este profeta que Dios invitaba al pueblo a invocar el nombre del Señor para salvación, por lo tanto, toda persona no importa su raza, cultura e idioma, si desea encontrar la salvación de su alma y de su vida, debe necesariamente invocar el nombre de Jesús para lograr este propósito… El apóstol Pablo en su carta a los romanos les dice: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levanto de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado (declarado sin culpa, perdonado), pero con la boca se confiesa para ser salvo.” (10:8c, 9,10)
Dios ha puesto al alcance de toda persona la oportunidad de salvar su alma y tener una vida con propósito. Tu puedes invocar a Jesucristo y el vendrá a tu vida, cree en Él, en su muerte por ti y en su resurrección, confiesa tus pecados a Dios y en el nombre de Jesús por sus méritos, te perdonará y te dará la seguridad de vivir unido a Él todos los días de tu vida y cuando mueras te recibirá en su gloria. Hazlo ya, no demores porque puedes estar en riesgo. Si mueres sin Cristo estarás perdido para siempre.
Lee Hechos 2:22-39