¿Quién puede afirmar: ~Tengo puro el corazón; estoy libre de pecado?

Libro de los Proverbios 20:9

El tema de la ética humana y de la moral es muy amplia en sus diferentes acepciones. La ética es el estudio de la moral de una sociedad, pueblo o nación. El moralista según su ambiente de familia, o de la sociedad donde vive considerará lo que según sea la práctica lo que es bueno o lo que es malo. El moralista regularmente se va a definir como una persona que no hace lo malo, ni hace mal a nadie, que siempre es justo, magnánimo y tolerante. El pecado lo define como error humano, un accidente o que es un elemento reprobado por una religión. Para él no hay maldad.

Cuando una persona no se siente responsable u obligada a ser ejemplo de moral en la sociedad y para sí mismo, la intención con que hace las cosas es repugnante y reprobable, actúa con egoísmo y se inclina constantemente a la ventaja y al interés propio. Todo lo que hace esta perfectamente bien, no reconoce sus errores siempre tiene una excusa.

El rey Salomón hace un planteamiento a los lectores de sus proverbios, diciendo: ¿Quién puede afirmar: tengo puro el corazón; estoy libre de pecado?, él espera una respuesta. En otras lecturas de la Biblia, responde cada uno de los escritores esa pregunta: Jesús le dijo a los religiosos: —Quien no tenga  pecado alguno, arroje la piedra sobre esta mujer— Nadie lo hizo, todos se fueron enmudecidos o avergonzados, aunque eran moralistas. El apóstol Juan declara: Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo,  nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros (1 de Juan 1:8-10). Por lo tanto, no hay ningún ser humano con excepción de Jesucristo que no haya pecado, eso nos hace culpables a todos, solo Él que no pecó puede interceder por nosotros y ser perdonados por Dios, en un verdadero y sincero arrepentimiento.

Confiésate ante él, por medio de Cristo porque él llevó nuestros pecados al morir y serás librado de toda culpa.

Lee 1 Juan 1:5-10