Sentados en el monte de los Olivos, Jesús y sus discípulos ellos le preguntaron: ¿Cuándo sucederá la destrucción del templo, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo? Jesús les respondió: “tengan cuidado de que nadie los engañe”. . . “Este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones y entonces vendrá el fin” (v. 14).  En otras palabras, como dice la versión de la Biblia en lenguaje actual: —el fin del mundo llegará cuando las buenas noticias del reino de Dios (el evangelio) sean anunciadas en toda la tierra y todo el mundo las haya escuchado— En este año 2020 el evangelio de Jesucristo ha llegado a todos los países del mundo, pero falta algunas o muchas naciones a las que Jesús se refirió, estas son las etnias, aborígenes, indígenas o pueblos de otras culturas dentro de los países y el evangelio debe ser predicado a ellos lo reciban o no. En nuestro país México tenemos 66 o más etnias, pero en ellas hay unos 250 grupos que tienen variantes en el idioma o dialecto, el evangelio ha llegado a la mitad de estos más o menos, no solo por medio de misioneros, sino de traducciones de uno de los evangelios, o todo el Nuevo Testamento o la Biblia completa, pero aún faltan más traducciones, más misioneros. Lo mismo sucede en otras culturas en el mundo. Cuando todas esas naciones hayan escuchado o leído el evangelio de Jesucristo vendrá el fin, promesa de Jesucristo.

¿Cuál debe ser nuestra participación, por qué Jesús lo ordenó? Primeramente nuestra oración para que se cumpla este propósito, por los misioneros, los lingüistas que traducen la palabra de Dios, contribuir con donativos para esta causa, compartir Nuevos Testamentos, o ejemplares de la Biblia a los indígenas qué hay en nuestras ciudades. —Al ver Jesús las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor…la cosecha es abundante, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha (Dios) que envíe obreros a su campo”. (Mateo 9:35-38).

Lee Evangelio de Mateo 24:4-35