Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en toda nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.

2a. de Corintios 1:3-5

El apóstol Pablo escribió esta carta a los creyentes en Cristo de la ciudad de Corinto y a todos los creyentes de la región de Acaya. El propósito principal que  inspira al apóstol de escribirles esta carta es, el de confirmarles su autoridad como apóstol de Jesucristo, ya que habían otros falsos apóstoles que estaban influyendo en algunos creyentes por medio de enseñanzas erráticas y se apartaran de lo que Pablo les había enseñado. Además estos falsos cristianos se expresaban mal del apóstol Pablo.

El les aclara como padre espiritual de ellos, que por medio de él llegaron a conocer el evangelio de Jesucristo, así plantea su autoridad espiritual como siervo de Dios. Les recuerda su testimonio; de que sufrió él y sus amigos persecución por judíos que no creían en Jesús como el Mesías e influyeron a otros no judíos para que los maltrataran y los echaran fuera de la ciudad. Sufrieron, para que ellos creyeran en Jesucristo como Salvador y Señor de su vida.

Su testimonio continúa, que él y los otros misioneros que lo acompañaban recibieron el consuelo de Dios en medio de sus tribulaciones. Les presenta que Dios como Padre consuela en medio de los sufrimientos y pruebas. Les dice, que ellos deben depender de ese consuelo de Dios, para que al recibirlo puedan hacer lo mismo con otros hermanos en Cristo que también sufren persecución, pruebas y necesidades.

Este ministerio de consolación es necesario en nuestro tiempo, es también para nosotros quienes hemos recibido el consuelo de Dios cuando hemos sido atribulados por diferentes motivos, como es la escasez, el no tener trabajo bien remunerado, enfermedad o la pérdida de seres amados que fallecieron. Al recibir este consuelo y teniendo esta experiencia debemos consolar a otros que están bajo el sufrimiento. No escatimemos esfuerzo y tiempo para realizar este hermoso ministerio de consolación, hay personas que lo están necesitando.

Lee 2 Corintios 1:1-7