Su esposa le reprochó: ¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete! Job le respondió —Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos también recibir lo malo?  A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.

Libro de Job 2:9-10

Cuando menos lo pensamos, en cierto día se nos presenta una adversidad, situación de desgracia, la cual ocurre como resultado de nuestras propias acciones o como resultado de las acciones de las personas que nos rodean, o sencillamente nos ocurren porque somos humanos. Cuando la adversidad llega las preguntas que afloran a nuestra mente son: ¿Dónde está Dios?, ¿Por qué me sucede esto?, ¿Por qué Dios lo permite? Y otras interrogantes más. El escritor Santiago en su libro en el Nuevo Testamento nos advierte: “Hermanos míos. Considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas (1:2).

La desgracia que llega a la vida de los hijos de Dios como el caso de Job, puede ser una prueba de nuestra fe y dependencia en Dios. Este hombre se mantuvo firme en el propósito de Dios y consideró su relación con Él, sin pecar, o maldecir a Dios, o cargarle la culpa a otros. Él solo se enfrentó a la desgracia, aunque sus amigos lo consideraban que había pecado, por eso estaba pagando la consecuencia. Hasta el final de sus sufrimientos reconocieron que estaba cuerdo y no tenía culpa, Job hizo sacrificios (holocausto) en favor de sus amigos porque ellos sí habían pecado al juzgar a Job como pecador y culpable de su desgracia, pero Dios lo justificó, él era inocente.

Cuando la desgracia nos llegue debemos considerar, de dónde viene o si somos los culpables, si lo somos, debemos pedir perdón a Dios porque Él es justo y amplio en perdonar por su inmensa misericordia, Él nos vindicará, dándonos la solución al asunto. Si el problema viene de otras personas o de donde venga la adversidad, también habrá una solución, Dios actuará en nuestro favor y tendremos la victoria.

Lee Job 2:1-10