En la historia del cristianismo, en diferentes épocas se tuvieron avivamientos espirituales, en que multitudes se congregaban en diferentes lugares para oír el mensaje de la salvación de Jesucristo y muchos se convertían a la fe en él. Por otro lado también se ha tenido estancamientos en la difusión del mensaje salvador de Cristo Jesús. Hay congregaciones de cristianos que sustentan con entusiasmo que ellos tienen un avivamiento por sus servicios festivos, llenos de emoción por la gente que asiste, pero el avivamiento es más que eso.
Primero, el avivamiento es un acto soberano de Dios (Hechos 2:2). El Espíritu Santo es quien nos prepara y aún es el que nos hace amar a Cristo (2:17). No podemos comprender la palabra de Dios sin el Espíritu. No podemos orar a menos que el Espíritu Santo perfeccione e interceda por nosotros. No podemos testificar de Cristo sin el poder del Espíritu Santo. Por eso el avivamiento es producto del Espíritu Santo. Es necesario el despertar espiritual, es la única posibilidad para el pueblo de Dios.
Para experimentar avivamiento los creyentes necesitamos cooperar con el Espíritu Santo.
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Lee Hechos 2:17-21