Trajeron a un hombre sordo y mudo, pudieron llevarlo al apóstol Pedro, a Juan o a algún otro, ¿hubieran resuelto el problema de este hombre? No, la solución estaba ahí, Jesús el Cristo. Es un absurdo buscar intermediarios  cuando el camino para llegar a Cristo está abierto para todo aquel que lo desee, porque es muy fácil venir. El relato nos enseña, asimismo, que en realidad Cristo es nuestra única esperanza, cuando acudimos a Él oportunamente. Esta historia del sordo y mudo nos enseña que Jesucristo es la única esperanza que tenemos para cualquier situación de nuestra vida. ¿Qué tenemos qué hacer? Tomar la decisión de acudir a El y Jesús se encargará de tu asuntos o problemas. No sabemos de qué medios se valga,  pero Él lo hará en alguna manera y esto es lo que realmente importa: Tomó de la mano al hombre sordo y mudo lo llevó aparte y lo sanó. La gente se sorprendió cuando Él regresó a ellos con un hombre transformado, feliz y hablando y ellos dijeron: “todo lo ha hecho bien…”

¿Cuál es el medio que usará contigo? La historia nos enseña que en realidad todos necesitamos de Cristo: Primero lo necesitamos para que salve nuestra alma, solo Él puede hacerlo. Segundo Lo necesitamos para ser fortalecidos en la fe y poder seguirlo. Para que nos ayude a desarrollar nuestro carácter y nos parezcamos a Él en todo. Tercero, Lo necesitamos para la solución de nuestros asuntos morales, sociales, físicos o emocionales.

¿Qué tienes que hacer antes que nada? Recibirlo como tu Salvador y tu única esperanza, invítalo, a entrar a tu vida, dile en oración y sé fiel, depende solo de Él. Conócelo más y aprende más y más de Él.

Lee Marcos 7:31-37