La primera manera de morir es: En nuestros pecados.

Hay pecados contra sí mismo y el pago son las consecuencias que se tiene que enfrentar. El pecado del consumo de drogas, el alcoholismo, la fornicación, entre otros.  Ninguna persona que ha caído en las adicciones sale librada de pagar con creces. El sufrimiento, la enajenación, la pérdida de sus valores, el rechazo, la salud quebrantada o una enfermedad incurable y afectado en su economía. Si llega a morir mientras está en estos pecados, tiene que enfrentar el juicio de Dios y es reo de condenación, su destino es la oscuridad eterna, el infierno.

Hay pecados ejercidos contra otras personas: el abandono de los hijos, la maldición a los padres, el odio, violación, secuestro, asesinato y un sin número de males cometidos contra otros. 

Hay pecados contra Dios de manera directa, aunque todo pecado es una ofensa contra Él. El mayor pecado del hombre contra Dios es el rechazo voluntario hacia su amor redentor, la salvación de su alma y el cambio a tener una vida nueva de relación y comunión con Él. El no reconocer y aceptar a su Hijo Jesucristo como el medio para ser salvo. Quien no lo hace continuará en sus pecados y estará bajo condenación (1 Timoteo 1:15-16).

¿Qué tienes que hacer?: 

A. Reconocer que tienes necesidad de Dios.

B. Creer que Jesucristo murió por ti, por causa de tus pecados y por causa de todos los seres humanos.

C. Arrepentirte y confiar en el perdón de tus pecados por el sacrificio de Cristo Jesús.

D. Invitar a Jesucristo a entrar a tu vida. Como resultado recibirás la salvación de tu alma, serás adoptado por Dios como hijo.  Tendrás la seguridad de la vida eterna y recibirás el don del Espíritu Santo como garantía de tu salvación.

Continúa…

Lee Juan 8:21-24