LA TERCERA CONSIDERACIÓN PARA NOSOTROS es esta promesa de Dios: “Entonces ustedes me invocarán, vendrán a suplicarme y Yo los escucharé” (v. 12). Es una promesa de la misericordia de Dios.

Analicemos la palabra invocación si no está muy claro para ti. Invocación significa: llamar en voz alta o clamar, llamar a Dios por su nombre por ayuda, por un favor o por protección. ¿Por qué debemos invocar? (Génesis 4:26) Después del funeral de Abel hijo de Adán que fue asesinado por su envidioso hermano Caín, Eva la esposa de Adán tuvo otro hijo a quien le pusieron por nombre Set (substituto, elegido, plantar). En su tiempo Set tuvo un hijo, nieto de Adán, su nombre era Enosh en hebreo, en griego Enós procede su nombre de hombre mortal, también “es hermano”, frágil. Enos nos da una pista sobre la invocación. Porque hay una aplicación piadosa unida a su nacimiento. Al morir su hermano Abel de quien heredó su espíritu fue el primero en dar culto a Dios. Debido a que la humanidad cayó en pecado se separó de Dios, el hombre llegó a ser frágil y mortal. Los seres humanos se dieron cuenta de que eran vulnerables, que su vida era limitada en número de años, que la vida humana era transitoria y vacía, la cual no tenía significado sin el Dios que los había creado. Ese fue el motivo de que la gente comenzara a invocar el nombre de Yahue o Jehova’ (“Yo Soy El que Soy” Génesis 4:25-26).

De la misma manera también nosotros podemos invocar o clamar al Señor cuando estamos sedientos espiritualmente, cuando nuestra fe es débil podemos invocarlo, cuando necesitamos de protección o cuando estamos muy enfermos o en toda situación difícil que nos encontremos. No olvidemos mencionar su nombre. Porque hay otros que invocan a otro nombre.

Continúa…

Lee Jeremías 29:11-13