“Dios, que muchas veces y de varias maneras ha hablado a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostienen todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar acabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.”

Hebreos 1:1-3

Dios les habló a los seres humanos que vivían en el pasado, en diferentes generaciones. Les habló  muchas veces y de diferentes maneras. Les habló también por medio de los profetas, pero la revelación de Dios por medio de su Hijo fue completa y perfecta. La idea básica de la carta a los Hebreos es afirmar que sólo Jesús el Cristo trae a los hombres la revelación plena de Dios; y que solo él capacita para entrar en la presencia misma de Dios. Sin Cristo nuestras oraciones no son recibidas. Sin Cristo cuando muramos no podemos entrar en el cielo donde Dios se encuentra. En estos versículos el escritor nos enseña seis cosas importantes sobre Jesús el Mesías, le decimos Jesucristo.

1- A Cristo Jesús le pertenece la gloria original de Dios; es su resplandor.

Este es un pensamiento sublime. Jesús el Mesías es la gloria de Dios el Padre. Dios siempre ha amado al ser humano, no desea castigarlo, ni condenarlo, sino  ayudarlo, amarlo y finalmente sacrificarse por ellos, lo hizo por medio de su Hijo. La gloria de Dios no es la gloria del poder destructor, sino la del amor que sufre. Jesús demostró esa gloria de Dios, amó a los seres humanos, les sirvió y se dio por ellos en rescate para que nadie se pierda sino que todos tengan una vida nueva y vida eterna. “El que me ha visto ha visto al Padre”, “Yo y el Padre una sola cosa somos”.

Continúa…

Lee Hebreos 1:1-13