Esdras era sacerdote del pueblo de Israel, era un buen líder no solo en el área religiosa sino en el aspecto secular. Cuando regresó del exilio en Babilonia, fue parte activa en la reconstrucción del templo destruido por los babilonios. Recibió información del comportamiento del pueblo, los sacerdotes y levitas al unirse con mujeres paganas y aceptando sus prácticas. El reproche con mucha indignación, exhortación y condenación fue muy fuerte. Rasgó sus vestiduras, su manto, arrancó cabellos de su cabeza, pelos de su barba y estuvo angustiado. Se postró en oración junto con otros para confesar el pecado no solo de los que habían quebrantado los mandamientos e instrucciones de Moisés y preguntó al Señor:

¿Dios qué diremos después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos que prescribiste por medio de tus profetas …(9:10-11). “¡Oh Señor Dios de Israel, tú eres Justo! Tú has permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos, estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos” (v. 12). Después de terminar su confesión ante Dios con lloro y postración, el pueblo también lloró y decidió hacer pacto con Dios, de obedecer sus mandamientos y preceptos, le informaron que todas las mujeres extranjeras con sus hijos regresarían a sus lugares de origen. Y así lo hicieron.

Lo que más le importa a Dios es nuestra obediencia a su voluntad, a su palabra porque Él conoce los resultados de la obediencia y de la desobediencia. Cuando pecamos debemos recapacitar y buscar a Dios en oración de confesión y arrepentimiento buscando su perdón y restauración, Dios nos perdonará por medio de su Hijo Jesucristo quien pagó con su muerte nuestra culpa y pecado. Seremos restaurados, perdonados y volveremos a tener comunión con el Señor, tendremos paz y el gozo de Cristo.

Lee Libro de Esdras 9:1-15