En la historia de la conquista de la tierra de Israel, conocida como la tierra prometida, hubieron muchas batallas de los hebreos contra sus enemigos. Al  primer líder Moisés Dios le advirtió de enemigos hostiles que enfrentarían como pueblo, desde la salida de Egipto hasta la frontera con la tierra de Canaán. Pero también Dios le dijo, que Él estaría con ellos, que no tuvieran miedo. Eso debería de decirle al pueblo, y sucedió, pero Dios cumplió su palabra de apoyarlos en todo enfrentamiento que tuvieron.

Cuando llegaron a la frontera de la tierra a poseer, Moisés, por indicación de Dios nombra su sustituto, el nuevo líder del pueblo será de aquí en adelante Josué, un hombre inteligente, lleno de fe y de obediencia a Dios, el fue uno de los 12 espías comisionados, que entraron primeramente a esa tierra para observarla y espiar qué tribus habitaban y él junto con Caleb dieron informe positivo de la tierra y de las tribus que la habitaban, con la firme convicción que podían derrotarlas. Lamentablemente los otros espías informaron negativamente y por eso no entraron a conquistarla.

Recorrieron  otros territorios por cuarenta años como castigo de Dios, bajo el mando de Moisés, hasta que llegó el día de entrar y conquistar, porque Josué creyó que Dios pelearía por ellos. La conquista se logró y tomaron posesión de esa tierra que era pródiga, fértil, “de la cual fluía leche y miel”, la tierra de Dios.

Cuando Dios hace promesas, las cumple, es asunto de tomarle la palabra, porque Él peleará por nosotros y con nosotros, ya que como los hebreos, nosotros también tenemos enemigos y debemos vencerlos para lograr lo que anhelamos, lograr nuestros objetivos y lograr la victoria. ¿Qué es lo que deseas conquistar o lograr? ¿Qué es aquello que te impide para iniciar, continuar y llegar a la meta? Solamente tú y Dios lo saben, por lo tanto pide a Él, que pelee por ti.

¿Tal vez eres tú u otra persona, o circunstancias el enemigo que te impide la conquista? Toma tu decisión, como lo hicieron Moisés y Josué y verás los resultados. Dios peleará por ti y lograrás la conquista.

Lee Deuteronomio 1:30, 3:22, 20:4