“¿Con quién compararán a Dios? ¿Con qué imagen lo representarán? ¿Acaso no lo sabían ustedes? ¿No se habían enterado? ¿No se les dijo desde el principio? ¿No lo entendieron desde la fundación del mundo? El reina sobre la bóveda de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. El extiende los cielos como un toldo, y los despliega como carpa para ser habitada. El anula a los poderosos, y a nada reduce a los gobernantes de este mundo . . . ¿Con quién, entonces, me compararán ustedes? ¿Quién es igual a mi? —dice el Santo. . . “
Libro del profeta Isaías 40:18-28
El ser humano, en distintas épocas ha tratado de imaginarse como es Dios en su apariencia pero ha fracasado, por eso hay tanta idolatría porque la gente venera e idolatra una pintura, efígie de madera, latón, plata y oro. Dios reprueba tal acción, por eso el profeta Isaías pregunta al pueblo de Israel: ¿Con quién lo compararán o con que imagen lo representarán? Luego hace una exposición de la grandeza de Dios, de su poder creativo, de su reinado, de su omnisciencia, es decir Él conoce todo, aún antes que el hombre lo piense.
En su omnipotencia todo lo puede, Él tiene en sus manos la vida y la muerte de los individuos, no importa quién sea, aún la de los poderosos, anula sus planes y los reduce a nada. El profeta desafía a que miremos los cielos y preguntarnos: ¿Quién ha creado todo esto? Además reconoce la eternidad de Dios, su inteligencia la cual es insondable. Lo maravilloso es que Dios “fortalece al ser humano en su cansancio, da fuerzas al débil”, y declara una promesa: “pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas … (29-31).
Dejemos de comparar a Dios con lo que los hombres han fabricado, tampoco caigamos en el panteísmo de que Dios está en el agua, las nubes, el mar, las montañas, las piedras, etc., etc. Dios es un Dios personal. Aceptemos lo que Jesucristo dijo de Él: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24).
Lee Isaías 40:18-31