“Digno es el Cordero que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la  fortaleza, y la honra, la gloria y la alabanza”

Apocalipsis 5:12

Juan el apóstol tiene una visión de la escena en el cielo, observa que hay alguien sentado en un trono lo cual era impactante por su majestad, la gloria reinante, un arco iris de esmeraldas en torno al trono del cual salían relámpagos, truenos y voces, alrededor del trono habían 24 tronos en los cuales estaban sentados 24 ancianos vestidos de blanco y llevaban en sus cabezas coronas de oro, habían otros 4 tronos en el cual estaban sentados 4 criaturas las cuales eran diferentes en su aspecto, posiblemente serafines y querubines, seres angélicos creados para ejecutar las órdenes de Dios. Juan oía a esa poderosas criaturas cantar: “Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (Apocalipsis 4:8) y los 24 ancianos se postraban ante El, lo adoraban y depositaban sus coronas a sus pies, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tu creaste todas las cosas, y por tú voluntad existen y fueron creadas (Apocalipsis 4:11).

Un gran misterio,  el Cristo resucitado había llamado a Juan a la presencia de Dios en el cielo, observó al Cordero el cual estaba ensangrentado, no era otro más que Cristo Jesús. Juan el Bautista había dicho: ¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Con su sangre derramada en la crucifixión ejecutada por sus verdugos, nos ha librado de la condenación eterna, somos nosotros sus seguidores los que en arrepentimiento hemos sido perdonados y declarados sin culpa, herederos de la vida eterna con Él.

En el cielo y en la tierra el Cordero Cristo merece nuestra adoración, merece la honra, la gloria y el reconocimiento de su pueblo compuesto por judíos y gentiles de todas las edades. ¡A Él sea la gloria en la iglesia por siempre!, amén.

Lee Apocalipsis 11-14