Este es un salmo de sabiduría escrito en forma de acróstico, usando las letras del alfabeto hebreo, idioma en el que fue escrito. Es un salmo de contrastes entre el hombre malo, injusto y sin temor a Dios, y el hombre bueno, justo y temeroso de Dios. Para él, la vida es un deleite en el Señor a pesar de las circunstancias adversas que tenga que afrontar. Hay promesas para él y para los que tengan este concepto correcto de la vida, según el criterio de Dios. “Confía en el Señor y haz el bien. …. Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará. … Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te enojes ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. … El Señor protege la vida de los íntegros, en tiempos difíciles serán prosperados, en épocas de hambre tendrán abundancia. Porque el Señor ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El Señor los protegerá para siempre. … La salvación de los justos viene del Señor; Él es su fortaleza en tiempos de angustia.” Estas y otras más son las promesas para los hijos de Dios, que declara David en este poema para los que le temen y le obedecen y no caen en el desespero ante las circunstancias adversas de esta vida.
Deleitarse en el Señor, es alabarlo por lo que Él es; por su justicia, por su bondad, por su gran amor, por su paciencia, por su misericordia, por su grandeza, por su sabiduría y por su presencia con nosotros cuando más lo necesitamos o cuando acudimos a Él. Le importa tu vida y tu bienestar en todos los aspectos. Es por eso que David lo expresa así: “Deléitate en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón” (v. 4) ¡HAZLO YA¡
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