Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Carta a los Hebreos 12:1-2

En la vida siempre nos encontraremos entre dos caminos: sentimiento o destino.

Los sentimientos son variables. El destino es eterno. Cuando la lucha crezca entre sentimiento y destino, sujeta tus sentimientos a tu destino y siempre triunfarás en lo que te propongas. No es lo que sientes, es hacia donde te diriges lo que determinará tus metas.

El destino de nuestra vida lo controla y lo determina Dios. Porque no hay nada por casualidad o por azar. Él ha planeado nuestra vida, pero el hombre determina si desea seguir esos planes en base a su libre albedrío. Pero si obedecemos a Dios y seguimos su voluntad, cuando te sometas a ella te liberas de las cargas que te agobian por la toma equivocada de decisiones, las cuales aveces han sido un fracaso. Cuando permitimos que el Espíritu de Dios nos guíe a la voluntad de Dios encontrarás el triunfo para tu vida. Cuando nos dejamos dominar por los sentimientos y basado en ellos tomamos una decisión, el resultado será el fracaso y sufriremos las consecuencias.

Según la escritura de la carta a los Hebreos, dice: que si ponemos “la mirada en Jesús el autor y consumador de la fe”, tendremos éxito. Él tomó una decisión muy difícil pero fue conforme a la voluntad de Dios su Padre, sufrió, pero triunfó como Salvador de la humanidad. Pon tus asuntos y planes en las manos de Dios, pon tu fe en Cristo y obedécelo, las cosas y tus asuntos saldrán mejor, tendrás éxito.

Lee Hebreos 12:1-13