La juventud de Jacob fue de mucho riesgo y salvó de morir en manos de su hermano airado. Todo sucedió porque los padres escogieron cada quien a su hijo predilecto. Isaac como padre escogió a Esaú y su esposa Rebeca escogió al hijo menor Jacob. Este por consejo de su mamá engañó a su padre quien tenía problemas con sus ojos, casi no veía, así que Jacob suplantó a su hermano primogénito para robarle la bendición que daba al primer hijo, la cual recibió, Esaú ya había despreciado su primogenitura por un plato de lentejas como comida por el hambre que tenía, su hermano aprovechó para comprársela por ese alimento. Ahora que ha recibido Jacob la bendición del hijo primogénito, Esaú se enoja y desea matar a su hermano, Jacob huye de Esaú quien tenía odio por su hermano. Por consejo de su mamá huyó Jacob hasta la aldea de Padan Aran donde vivía su abuelo materno y su tío Labán con el consentimiento de su padre Isaac y así lo hizo.

En cierto paraje del camino se quedó a dormir porque ya caía la noche, mientras dormía vio una escalera donde bajaban ángeles y volvían a subir. El Señor de sus padres el Todopoderoso se acercó a él y le habló diciéndole:  que en ese lugar donde estaba se lo daría a él y a su descendencia la cual sería muy numerosa y que todas las naciones del mundo serían bendecidas por Él y por su descendencia. El Señor le dijo: “Yo estoy contigo. Te protegeré por donde quiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.” (Génesis 28) Jacob despertó y se dijo: “En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta. Con mucho temor dijo: ¡que asombroso es este lugar! Es nada menos que la Casa de Dios; ¡es la puerta del cielo! Después de derramar aceite sobre una piedra como testimonio, dijo: “Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo . . . de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte”

Este testimonio de Jacob de su encuentro con Dios y la promesa de ser bendecido, él promete en reciprocidad ser fiel a Dios reconociéndolo como su Señor y ser un diezmador de todo lo que recibiera.

También nosotros, hemos tenido la experiencia de un encuentro con Dios por medio de la fe en Jesucristo y hemos sido bendecidos con el Espíritu Santo, con dones espirituales y con bendiciones materiales. Dios desde ese encuentro nos adoptó como sus hijos y nos ha prometido como herencia la vida eterna con Él. En reciprocidad de su amor debemos servirle, ser generosos para su obra, dar testimonio de nuestra conversión y ser fieles a Él, hasta nuestra muerte física. Él es el Señor.

Lee Génesis 28:10-20