Un predicador acababa de invitar a sus oyentes a buscar a Dios, cuando un joven exclamó:

“Usted habla del peso del pecado. Yo no lo siento — ¿Cuánto pesa? ¿Veinte kilos, cien kilos?”

“Dígame” – le preguntó el predicador – “Si usted pusiera un peso de cien kilos sobre el pecho de un hombre muerto, ¿lo sentiría el?”

“No, ya que está muerto” – Contestó el joven.

El predicador prosiguió: “Pues bien, el hombre que no siente el peso del pecado está espiritualmente muerto.”

No esperes a estar muerto espiritualmente, ven a Dios hoy por medio de Jesucristo y Él quitará todo el peso del pecado en tu vida, te perdonará y te dará vida eterna.

Lee Romanos 6:10-14