Una maravillosa verdad que la palabra revelada de Dios nos afirma y certifica por el Espíritu Santo, quién inspiró la Sagradas Escrituras. 

El apóstol Pablo expresa: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la Palabra de Cristo”.  

La garantía de que Cristo ahora está en ti, es la promesa de Él cuando reveló esta verdad: “Mira que estoy a la puerta (de tu ser) y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta entraré en él” (Apocalipsis 3:20).

Esta invitación es para ti y para mí. Si somos sinceros y le abrimos la puerta de nuestra vida, se cumple la promesa, Él entrará y por lo tanto Él está en ti y en mí. Será muy agradable para ti, ya no estarás solo o sola, Él vivirá contigo cada día. Procurará que estés bien, te dará la paz que El ofrece, así como la alegría o el gozo que provee, como resultado de la fe que has puesto en Él. Te asegura que tú eres hijo de su Padre quien te ha adoptado.

Otra garantía de que Cristo está en ti, es la seguridad que nos da, “que nadie, ni nada nos podrá separar del amor de Dios que nos ha manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”. (carta a los Romanos 8:37-39)

Otra promesa que te da porque Él está en ti, es que tienes vida eterna, una garantía para todos los que lo hemos recibido como Salvador y Señor. Él lo prometió: “Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.” (Evangelio de Juan 14:1-4) Cristo murió y resucitó por el poder del Padre y ascendió a su gloria, al cielo, a la ciudad de Dios y es ahí, a donde seremos trasladados al terminar nuestra existencia en la tierra, la muerte ya fue vencida, no tiene dominio sobre nosotros, porque seguiremos viviendo en la presencia de Dios.

Ahora Cristo es tu vida, como el apóstol Pablo podemos decir: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi” (Carta a los Gálatas 2:20) Significa que Cristo en ti con el deseo de vivir en ti su propia vida. Con el deseo de transformar tu carácter y tu conducta a su semejanza.

Solo permite que Él lo haga en su Espíritu. Que así sea. Te bendigo en su Nombre.

Lee Romanos 8:28-39