Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.

2 Corintios 1:3-4

En todas las épocas y en cada periodo de 365 días, el sufrimiento está presente en incontables personas, cristianos o no cristianos. El problema del dolor es una de las consecuencias del pecado humano, “porque todos han pecado y están alejados de Dios” (carta a los Romanos 3:23).

El dolor “es una experiencia sensitiva, emocional y desagradable, asociada a una lesión tisular (de los tejidos del organismo) real o potencial. Es un malestar físico, mental o emocional, ya sea por causa externa o interna. El dolor tiene muchos rostros y produce sufrimiento a las personas. La Biblia o sus personajes le llaman al sufrimiento tribulaciones. Es lo que el apóstol Pablo menciona en esta carta que les envía a los cristianos de la ciudad de Corinto. Él ha sufrido persecuciones, asaltos, golpes, crueldad, problemas físicos, lo que él le llama un aguijón en la carne, que no describe qué tipo de mal era, cuando pidió a Dios que se lo quitara, Dios le dijo, “mi gracia para ti es suficiente”. Nunca sanó de ese malestar, el apóstol dice, que para que no se sintiera autosuficiente, sino para que aprendiera a depender de Dios.

¿Qué hacer con el dolor o el sufrimiento? —Primeramente se tiene que reconocer, porque hay personas que lo niegan, sobre todo cuando es mental, emocional, moral, aún físico o sufrimiento por causa de su fe en Cristo. Se debe estar consciente del sufrimiento.

— Segundo paso a seguir es preguntarte, ¿por qué estoy en esta situación? ¿cuál es la causa o su origen?

—Tercero buscar ayuda, pedir consejo o consultar con un profesional en el área que está afectado.

—Cuarto, aprender más sobre la dependencia en Dios como Padre, depender de Jesucristo quien es sanador, o del Espíritu Santo como nuestro consuelo y da directriz, es nuestra ayuda y nos orienta o aconseja sobre lo que debemos hacer o decidir.

Eso es lo que el apóstol Pablo nos recomienda. En diferentes circunstancias, continuó sufriendo pero tenía la fortaleza de Dios a quien servía. Lo mismo sucederá con nosotros.

Lee 2 Corintios 1:3-7