Cambiar la eternidad de una persona suena como una tarea enorme; sí, Dios cambia el lugar de la eternidad de las personas por medio de sus hijos e hijas convertidas a Cristo. Esta es una razón, que si podemos cooperar con Él a cambiar el destino eterno de otros seres humanos.

LA SEGUNDA PARTE DE CAMBIAR EL ESTADO FINAL DE ESA PERSONA

Es ayudarle a crecer, esto es discipulado; a crecer en su relación con Cristo, primeramente, obedeciéndolo por medio del bautismo (Hechos de los Apóstoles 2:38; Evangelio de Marcos 16:15-16), así se convierte en un discípulo de Cristo. El Nuevo Testamento de la Biblia describe al nuevo discípulo como un bebé espiritual (nacer de nuevo), por lo que, se le debe ayudar en su desarrollo, porque si no crece el enemigo de Dios, de Cristo y del creyente arrancará del corazón la semilla del evangelio de salvación, o puede quedar enano espiritual, cristiano carnal y estará a expensas del Diablo.

El nuevo discípulo de Cristo o creyente en él, debe continuar creciendo hasta alcanzar la madurez. Debe imitar a su Señor Jesús, dejar sus viejos hábitos, vivir guiado y lleno del Espíritu Santo, debe relacionarse con otros creyentes discípulos. En su vida secular debe ser responsable en todo lo que hace y su conducta debe ser intachable para no dar lugar a la murmuración o al descrédito del evangelio y de Jesucristo. Debe desarrollar el carácter de su Señor en servir en la iglesia, a compartir el evangelio primeramente con su familia, sus parientes y conocidos, colaborando con Dios para cambiar también el destino eterno de ellos. Debe pasar tiempo en devoción con Dios por medio de la oración y el estudio de la Biblia, de esa manera dará gloria a Dios y a Jesucristo, hasta que dejando esta tierra entrará en el destino eterno con Dios, su estado final de inmensa dicha.

Colaboremos con Dios arrebatando a otros del infierno.

Lee Hechos 2:38 , Marcos 16:15-16