“El corazón me dice: ¡busca su rostro! Y yo, Señor, tu rostro busco. No te escondas de mi; no rechaces en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tu has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.”

Salmo 27: 8,9

El salmo 27 es un salmo de confianza, cuyo autor lo expresa sabiamente. Es necesario leer todo el salmo para comprender la situación de David. En esta ocasión solo reflexionaremos en los versos 8 y 9. Cuando el salmista dice, “que busca el rostro de Dios” se refiere a su presencia, porque le urge presentarle sus peticiones por medio de su oración. Cuando tú y yo, tenemos alguna necesidad urgente, dedicamos tiempo a orar y lo hacemos consciente de que al invocar el nombre de Dios estamos en su presencia. David está en esta misma posición y pide que Dios no se esconda, es una manera de expresar, que esté atento o presente en su oración. Así mismo pide que no sea rechazado.

Cuando Dios no está atento a nuestras oraciones o somos rechazados, es porque hemos pecado, y no nos hemos arrepentido, ni hemos pedido perdón, cuando lo hemos hecho, somos escuchados y no hay rechazo alguno, el Señor atiende nuestra súplica y responde nuestra petición. David está consciente de que Dios lo ha ayudado, y pide en esta ocasión no ser desamparado, ni abandonado. A veces pensamos que Dios nos tiene desamparados y no sentimos su cuidado, también que no nos responde pronto porque no le importamos y eso nos lleva a  sentirnos abandonados.

Dios nuestro Padre, jamás se olvida de nuestras peticiones, tampoco nos ignora y mucho menos que abandone a sus hijos a su suerte. Como David, debemos decir: “Dios el Señor, es nuestra salvación.” Por lo tanto, acudamos a Él confiadamente y esperemos pacientemente en su respuesta. A David su siervo le respondió y a nosotros también nos responderá conforme a su voluntad, porque nuestra oración es ferviente, nuestra fe es firme y tenemos la esperanza en el Señor, porque Él es nuestra fortaleza en tiempos difíciles y nuestra esperanza en todo tiempo, porque Dios nos ha ayudado en el pasado. En Él continuará confiando nuestro corazón.

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