La desobediencia trae resultados que son desagradables, reproches de Dios o que se traduce en verdadera tragedia. El pueblo de Israel lo vivió una y otra vez.

Lamentos y sentimientos profundos vertimos cuando no obedecemos al Señor nuestro Dios y Padre nuestro. Sufrimiento que nos embarga al ver que los asuntos no nos han resultado bien, consecuencia de nuestra desobediencia o rebeldía. En la desobediencia a pesar de la advertencia somos abandonados por Dios, se nos deja a nuestra suerte y tenemos que luchar solos ante los desafíos y problemas de la vida, se nos cierra el mundo y no encontramos las soluciones a nuestras necesidades. Hasta llegar a la enorme probabilidad de fracasar. ¿Qué hacer? Llorar ante nuestra impotencia, fracasos, y reconocer que no hicimos bien las cosas desde el principio, no tomamos las advertencias de la Palabra de Dios, pero hay esperanza, la experiencia y decisión del pueblo de Israel puede ser nuestra ayuda, es asunto de tomar una decisión.

El ángel del Señor les dio el mensaje de parte de Dios a quien habían desobedecido y ofendido, la respuesta fue de inmediato de parte de la gente: ofrecieron al Señor sacrificios, los cuales indicaban: arrepentimiento por la desobediencia, gratitud y adoración. Una nueva o renovada comunión con Dios, es volver a Él para recibir el perdón por el pecado cometido. Depender de Él en obediencia sincera y se cumplirá la promesa de tomar posesión de lo prometido, en nuestro caso recibir las bendiciones que estamos necesitando, una vida próspera, saludable y feliz. Ya no más llanto y lamentos porque el consuelo ha llegado por el perdón que solamente nuestro Dios y Padre nos puede dar por medio de su Hijo Jesucristo.

Lee Jueces 2:1-5