Linda exhortación del apóstol Pablo en su carta enviada a los cristianos romanos (Capítulo 12:14). El término bendición, del latín, hace referencia a la acción y efecto de favorecer o desear que la persona reciba de Dios lo deseado o un bien o protección y también se refiere, cuando hablamos bien de esa persona ante otros, por su testimonio, su fe, su fidelidad a Cristo y a Dios. En el Antiguo Testamento hay muchas bendiciones, de los patriarcas, sacerdotes, profetas, padres y de Dios. Era una práctica muy importante y necesaria de la familia y de la comunidad. La bendición sacerdotal del Libro de Números es excelente: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz ” (6:24-26) Cuando sea oportuno bendice a tu familia, amigos, hermanos en Cristo. 

Jesús nuestro Mesías Salvador, ordenó que aún a nuestros enemigos debemos bendecirlos, y la bendición volverá a ti. En contraste, está la maldicion. En el Antiguo Testamento, como en el Nuevo Testamento se practicaba la maldición sobre los enemigos, sobre los asesinos, los malvados, sobre los enemigos y sobre los que hacían algún mal a sus padres o conocidos. La maldicion es una imprecación que se dirige contra alguien o algo, expresando y revelando ira y adversión hacia aquello, y deseo que le venga algún tipo de daño, le ocurra lo peor, la desgracia, el infortunio o que le venga un castigo sobrenatural; es malicia, maldad por resentimiento u odio.Jesucristo y Pablo dicen, no a la maldición, es cruel, ese mal deseo puede cumplirse y después revertirse. Por lo tanto nunca maldigamos a nadie, es mejor aceptar la recomendación de Jesús, “bendigan a los que los maldicen” (Lucas 6:28-29).

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