Aún así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!

Libro del profeta Habacuc 3:18

El trasfondo de esta declaración del profeta-filósofo, es que su pueblo estaba expuesto a la invasión de los caldeos o babilonios, la destrucción era inevitable como castigo de Dios porque la nación de Israel había sido desleal, a pesar de la predicación, consejos y advertencias del profeta Jeremías quien era contemporáneo del profeta Habacuc. El pueblo no se arrepintió de sus injusticias, maldades y de la vanidad de la  idolatría. Ambos profetas combatieron las actitudes negativas del pueblo y de sus líderes religiosos. No había cosechas de ningún producto del campo, las ovejas se acabaron, así como las vacas por el consumo, tampoco hay aceite, vino, etc.

Habacuc está consternado, Dios no responde para levantar el castigo, solamente les hace ver, que Él es el Dios soberano, que lo que dice se cumple, además, que la ciudad capital de los babilonios, Nínive un día será destruída, asolada y conquistada por otro enemigo más poderoso, cuando eso suceda el pueblo de Israel será vindicada. El profeta Habacuc es reconfortado y deposita toda su confianza y expresa “que el justo por la fe vivirá”, una sublime declaración de fidelidad y de confianza, por eso él declara: “Aunque la higuera no de renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos, aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas”.

Esto es un buen consejo para cuando estemos en aprietos, en escasez, o en circunstancias adversas, no debemos caer en la desesperación, sino renovemos nuestra fe y dependencia en el Dios omnipotente, Él tiene el control de nuestro presente y futuro. Solo en Él hay esperanza. Por lo tanto aprendamos a regocijarnos, nuestra vida continua. Pide en oración el gozo de Cristo.

Lee Habacuc 3:13-19