2. Dios conoce el corazón del ser humano, sus emociones tan volubles actuando de acuerdo a sus relaciones con otros y a las circunstancias. Igual que nuestro corazón Dios conoce y prueba nuestra mente. Por medio del profeta Jeremías lo declara: “Yo el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle a cada uno según sus acciones y según el fruto de sus obras” (17:10). Nuestra mente no es tan privada como nosotros creemos. Ingenuamente pensamos, esto, sólo yo lo sé, nadie más lo sabrá. — “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”(Carta a los Romanos 12:2).

Si podemos ser renovados en nuestra mente, el Espíritu de Dios puede transformarla para que podamos cumplir con la palabra de Cristo “amar a Dios con toda nuestra mente”. Se requiere cambiar los hábitos nocivos por nuevos hábitos que involucren nuestra mente en buena lectura, actividades que no nos provoquen tentaciones mentales, conversaciones sanas con nuestras amistades y familia. Siendo frágiles en nuestra mente debemos evitar todo aquello que la pueda provocar, como las redes sociales, el internet y otras más que están a nuestro alcance, así como ciertas actividades mundanales las cuales provocarán tentación. Necesitamos depender del Espíritu Santo quien es nuestra ayuda en todo momento.

Lee Romanos 12:1-2