“Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al Señor, clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su santo templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!”
Salmo 18:5-6
En el epígrafe de este salmo, dice: “de David, siervo del Señor”. David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos.
Posiblemente, tu como yo, estuvimos en peligro de morir, fue aterrador y angustioso que experimentáramos una situación de esa magnitud. Que tragedia. Reconocimos que la vida del ser humano es muy frágil, que fácilmente puede terminar en un instante, desde entonces valoramos nuestra vida, nuestra existencia y procuramos no descuidarnos ante los males que hay en el mundo.
El poeta David lo experimentó y estaba seguro que iba a morir de manera violenta ante sus enemigos, en tales circunstancias invocó con clamor al Dios en quien creía y había dependido en otras situaciones, el Dios todopoderoso, y da testimonio de haber sido escuchado por el Señor. Lo más maravilloso es que oportunamente llegó la ayuda.
El Dios del Rey David, es el mismo Dios en quien tu y yo creemos. En medio de las circunstancias que a veces nos son adversas, las cuales no provocan angustia, intranquilidad y nos roban la paz, debemos invocar con fe y clamar al Señor nuestro Dios confiando que desde su morada seremos oídos, tener paciencia que oportunamente llegará la ayuda.
David recibió la ayuda y observó las manifestaciones del poder de Dios en su entorno y aún más allá, por lo cual fue convencido a depender del poder de Dios que nunca ha fallado a sus hijos que dependen de Él.
Yo espero que en este nuevo año tú busques su ayuda y Él no te defraudará. Acude pronto, Dios te espera y te ayudará.
Lee Salmo 18:1-6