Este es un Salmo de sabiduría que ofrece una revelación de la naturaleza pecaminosa del hombre y una exaltación inagotable del perfecto amor de Dios.

La estructura del Salmo es como sigue:

  1. La revelación de la naturaleza pecaminosa del hombre. (1-4)
  2. La gracia de Dios centrado en un reinado de amor. (5-9)
  3. Una oración, para que Dios continúe en su reinado de amor por su pueblo unido, en el contexto de un juicio final. (10-12)

La naturaleza caída del hombre es una impiedad que no puede controlar por sí mismo, “lo lleva en el corazón” dice el rey David. “No hay temor de Dios en él” cree que su maldad debe de recibir reconocimiento, aplauso, alabanza y jamás reconocerá que es injusto, cruel y malvado. Es mal hablado y engañoso su hablar, “ha perdido el juicio y la capacidad de hacer el bien porque permanece en maldad”, está muerto espiritualmente y es reo de muerte eterna.

Dios es justo, ama al pecador, protege al hombre esperando su regreso a Él en arrepentimiento. Cuida su creación por su amor compasivo el cuál es precioso y todo aquel que lo tiene halla refugio en Él.

La vida espiritual de ti y de mí, está escondida en Él, porque es la fuente de la vida. En situaciones de angustia y preocupación “en su luz podemos ver la luz” “su amor es para los que lo conocemos y su justicia también”, este es el mensaje del rey David en su oración. El juicio de Dios al final de la vida de cada ser humano, le espera. El apóstol Pablo dice en Romanos 8:1 “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.”

Esa es la perfecta justicia de Dios para su pueblo.

¡Aleluya!

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