Cuando se cumplió el tiempo a Elisabet dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había mostrado gran misericordia y compartieron su alegría. El nombre del niño sería Juan. “Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó”

¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel. Porque ha venido a redimir a su pueblo!

Este canto ha sido conocido por la cristiandad como Benedictus o canto de alabanza. Zacarías en esta composición recordó ciertos eventos del Antiguo Testamento, solo una vez hace mención de su hijo como el precursor del Mesías Yeshua. Los énfasis de este canto son: la redención de Israel como nación, un Salvador descendiente de David el siervo de Dios, cumplimiento del anuncio de los profetas sobre la liberación de Israel sobre el odio y el rescate de sus enemigos; enfatiza el pacto que Dios realizó en el pasado con el patriarca Abraham, sin olvidarse de mencionar que el pueblo de Israel debería ser fiel al Señor  viviendo en santidad, justicia y comunión. Juan el sacerdote y profeta hijo del sacerdote Zacarías y de Elisabet, daría a conocer el mensaje de arrepentimiento para que hubiera perdón de pecados y salvación en base a la misericordia de Dios. Llama al Mesías el sol naciente que llegará para disipar las tinieblas en el mundo y para traer paz al individuo.

Este canto de alabanza fue para Dios y los elementos proféticos eran para el pueblo, en el cumplimiento del Mesías prometido. La historia lo confirmó, Jesucristo vino para redimir al hombre de su pecado por medio de su muerte de Cruz. Jesus el Mesías prometido al pueblo de Israel pero rechazado por ellos, cumpliéndose así la profecía que sería rechazado y humillado por su propio pueblo, pero salvación a los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo para Israel. Nosotros como Zacarías debemos alabar al Señor por su salvación por medio de su Hijo nuestro maravilloso Salvador y Señor, a Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lee Lucas 1:67:80