“Y él que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.”

Lucas 14:27

Cuando Jesús de Nazaret invitaba a la gente a seguirle, es decir que creyeran que Él era el enviado de Dios, el Mesías, el Salvador de la humanidad, es que ya los había desafiado a sacrificar todo, aun su propia vida. Porque seguirlo no es nada fácil por los problemas que se presentan con la familia, los amigos y conocidos incrédulos, se presentan también otros inconvenientes en la escuela, en el trabajo, etc. Ser discípulo de Jesús implica obediencia y el interés total de estar enfocado en el reino de Dios y en la vida de Su Hijo. Nadie que dé testimonio de Cristo puede ofrecer una vida fácil o un evangelio fácil y cuando algunos lo presentan de esa manera se llegan a presentar problemas en esos supuestos creyentes porque hay algunos cristianos que fácilmente se desaniman ante las pruebas de cualquier naturaleza y abandonan la fe; considero que no tomaron una buena decisión en cuanto a seguir a Cristo, no hubo salvación y no hubo frutos de arrepentimiento, así como una rendición total al Salvador. El Señor Jesucristo lo dijo: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Él dijo también que para seguirlo es necesario negarse a sí mismo, es decir renunciar a su vida egoísta, porque sus demandas son lealtad, firmeza, y entrega total. Dijo que hay que cargar su cruz esto es, depender de Dios, tener una vida de oración, por medio de Cristo, eso es comunión con ellos. Hacer su voluntad que está descrita en su Palabra, conocer a Dios en su actuar en este mundo, en su pueblo escogido y en todos los seguidores de Cristo.

Llevar la cruz de Él es compartir de su amor, su evangelio a toda persona, mantenerse en servirlo y también a la gente necesitada, buscando siempre la ayuda del Espíritu Santo que está en los seguidores de Jesucristo. Por lo tanto, sé un seguidor de Él, pero con convicción y ríndete a su señorío, tu vida será diferente. Atrévete a seguirlo.

Lee Lucas 14:26-27