En la Biblia, en el Antiguo Testamento, se hace mucha referencia a la Casa de Dios con diferentes nombres: El Tabernáculo, era un templo portátil donde el Señor se encontraba con su pueblo, moraba en él para darle oportunidad al pecador arrepentido a tener comunión con el Dios Santo. Este tabernáculo era la imagen del santuarios celestial.

Se le llama también santuario que significa “lugar santo”, ahí se podía contemplar la gloria de Dios, fuera del tabernáculo provisional o el santuario, era el lugar donde se adoraba a Dios. Se le da también el nombre de templo, refiriéndose a todo el edificio erigido para el culto al Señor. Se dividía en tres partes, el atrio, el lugar santo y el santísimo. Se le llama también morada al templo.

En el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento además del término templo, se le llama la Casa de Dios, de Yaweh, la casa de la gloria de Dios. “Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que deseo, habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo. Porque en el día de la aflicción Él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá…”(Salmo7:4,5).

Jesucristo lo llamó “mi casa” e hizo referencia a la casa de su Padre en el cielo. También le llamó “casa de oración” y “casa de oración para las naciones”, se refirió a su cuerpo como templo.

La Casa de Dios es un lugar de adoración dedicada totalmente al culto a El.

La Casa de Dios es un lugar para oír y estudiar su Palabra.

La Casa de Dios es el lugar para encontrarnos con el Señor en arrepentimiento y confesión.

La Casa de Dios es el lugar donde tenemos comunión con la familia de Dios.

La Casa de Dios es el lugar donde muchas personas confiesan a Jesucristo como Salvador y Señor de su vida.

La Casa de Dios es el lugar apropiado donde dedicamos nuestra vida en servicio, consagramos nuestro tiempo, donde, talentos y ofrendas.

“Nosotros nos comprometemos a no abandonar la Casa de nuestro Dios”.

Nehemías 10:39

Lee Salmo 27:4-8