Durante el ministerio terrenal del Mesías Jesús, combatió a los espíritus malos que habían poseído a hombres y mujeres. La liberación que realizaba a favor de la gente era con Su poder y los espíritus se sujetaban a Él y salían de las personas manifestando su inconformidad.

En Capernaúm, un pueblo de Galilea, había en la sinagoga (lugar de reunión destinado a la lectura y enseñanza pública de la Ley de Moisés, servía también de tribunal y escuela) un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno, quien gritó con todas sus fuerzas: “¡Ah! ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazareth? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quien eres tú: ¡El Santo de Dios!” “¡Cállate!,” lo reprendió Jesús “¡Sal de ese hombre!” Entonces el demonio derribó al hombre y salió de él sin hacerle ningún daño (Evangelio de Lucas 4:33-36).

Los espíritus malos o demonios son agentes de Satán, son seres malignos, tienen poder, son inteligentes. Estas características se observan en el pasaje bíblico mencionado.

El poder de Jesús es muy superior al de ellos, la presencia de El en la vida de una persona incomoda a ellos, siempre la presencia de Jesucristo perturba a la gente sobre todo en aquellos donde hay manifestación de malignidad, eso nos lleva a considerar que la acción demoníaca no ha cesado. Continúa la influencia en una sociedad moderna como la nuestra. El ocultismo a cobrado auge en todos los países. La palabra nos advierte: “El Espíritu Santo dice claramente que, en los últimos tiempos algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas” ( I Timoteo 4:1).

Los espiritístas, teosofístas, sectas y otras organizaciones que se disfrazan de ayuda espiritual, así como las investigaciones de fenómenos parapsicológicos, etc. tienen relación con los demonios (Apocalipsis 9:20, 2a. Tesalonicenses 2). Ellos obran milagros y sanidades (Apocalipsis 16:14) “El fin de la era de la iglesia va marcado por la terrible profecía” de 2a Tesalonicences 2:1-11.

La Iglesia tiene la capacidad en Cristo para liberar a los hombres y mujeres de la posesión y de la influencia maligna, es un ministerio casi olvidado. ¡Cállate, sal de ese hombre! Esto es posible en el poderoso nombre de Jesús.

Lee el relato Lucas 4:31-37