“Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel – afirma el Señor -: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.”
Profeta Jeremías 31:33
Dios es un Dios de pactos, los cumple, aunque la otra parte no lo haga por su irresponsabilidad, necedad o incredulidad. Mientras que el Señor es bueno y fiel, respeta su palabra en sus convenios.
La expresión – Yo seré su Dios – es muy significativa, lo demostró con el pueblo de Israel, desde que los liberó de la esclavitud de Egipto a pesar de su mal proceder, su rebeldía ante el líder Moisés y su desobediencia a Dios como Señor. Mantuvo su promesa y nunca ha dejado de amarlos aun en el presente. Dios en su gran misericordia por la obra de su Hijo Jesucristo formó otro pueblo formado por judíos y gentiles, desde que Cristo ascendió al cielo, pueblo que a lo largo de los siglos se han mantenido firmes en su fe en el propósito de Dios de establecer su reino sobre la tierra, ese reino continúa formándose por la obra del Espíritu Santo en la vida de los que creen y continúan creyendo más y más, quienes al vivir bajo el nuevo pacto que hizo posible Jesucristo por su sangre vertida en la cruz, para dar libertad a sus seguidores de la esclavitud del diablo, dándoles el derecho de ser llamados hijos de Dios, habiendo recibido el perdón de pecados por su arrepentimiento y aceptación de que Jesús es el Señor, el Mesías enviado por Dios para salvación.
El Señor te dice: Yo seré tú Dios. Gracias a Él por permitirnos formar parte de su familia y de su pueblo escogido y amado.