“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.”
A los Gálatas 2:20
Es admirable cuando los creyentes en Cristo le obedecen. La nueva vida en Cristo, está bajo Dios. Somos libres de la condenación de la ley. “El alma que pecare esa morirá” Ezequiel 18:4. La ley es nuestro apoyo para llevarnos a Cristo.
Cristo en vez de mí. Porque he sido crucificado con El. Este es uno de los conceptos teológicos más significativos del apóstol Pablo. Cuando una persona está en Cristo participa de su muerte. Significa que por fe hacemos nuestra la muerte de Cristo. El resultado es que ya no confrontaremos la muerte eterna por nuestros pecados porque Cristo lo ha llevado con su muerte y esto nos ha dado libertad. El viejo hombre depravado ha muerto, el resultado es una nueva persona por el poder de Cristo. “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”
La fe en vez de los sentimientos. La nueva vida bajo el Espíritu es vivida en la carne, lo cual significa que la vivimos aquí, en el cuerpo físico presente con todas sus limitaciones, debilidades y tentaciones. Pero también la nueva vida es vivida en la fe, vivimos por fe en el Hijo de Dios. El creyente debe depender solamente en su Salvador “Quien me amó y dio su vida por mí”. Aquí tenemos el reconocimiento de que todo lo que hay en la vida del seguidor de Jesucristo se encuentra en el amor de el que lo llevó a morir por nosotros.
El apóstol Pablo dice en el versículo 21 “No desecho la gracia de Dios . . .”, reconoce la gran misericordia del Señor o su favor por la salvación de su alma, y de su vida. Vivía solo para Cristo y para agradar a Dios.
Esto es una invitación para ti y para mí, no desechemos esta gracia o favor de Dios. Vivamos en Cristo y solamente para El.
Lee Gálatas 2:19-21