En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: “Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva”.

Evangelio de Juan 7:37-38

La sed es el ansia de beber líquidos, causados por el instinto básico de humanos o animales para beber. Es un mecanismo esencial de regulación del contenido de agua en el cuerpo y uno de los principales síntomas de deshidratación.

Si, la sed física es terrible en lugares de sequía o por carencia circunstancial. La sed del alma es también fatal. La sed existencial del ser humano nada ni nadie la puede satisfacer, solamente Dios, por medio de su hijo Jesucristo. El ser humano trata de satisfacer su existencia y su alma por medio de filosofías y nunca lo ha logrado. Quiere descansar en su egotismo pensando que eso es la solución a su problema existencial. Se aferran al poder político, al dinero, etc.  Otros se aferran a la práctica de una adicción para sentirse feliz, no lo logran, sino que complican su vida con angustia y con problemas neurológicos y en otras áreas de su cuerpo físico. Buscan la felicidad, la paz y la satisfacción y no la consiguen por los medios que han practicado, así transcurre su vida hasta que mueren biológicamente y se pierden en la oscuridad de la eternidad. 

Cuando Jesús invitó a sus oyentes, según hemos leído en el evangelio escrito por Juan, Él está ofreciendo la solución para el problema existencial no solo de aquellos que estaban presentes sino a toda la gente de todas las épocas, incluyéndonos a nosotros. Cristo Jesús ofrece el agua de vida para satisfacer el alma, cuando la gente lo recibe, como el que salva y sana, recibe su Espíritu de inmediato el cual regenera el ser espiritual del hombre y le da seguridad de que su alma ha sido salvada, satisface su vacío, le asegura, perdón de pecados, paz con Dios, satisfacción existencial y vida eterna gracias a la muerte de Jesucristo y su resurrección. La invitación sigue en pie, si ya aceptaste su ofrecimiento, maravilloso, has realizado lo más importante de tu vida y si no los has hecho hazlo, invitando a Jesucristo a entrar a tu vida. Comparte este ofrecimiento de Jesús con otros.

Lee Juan 7:37-39