En nuestra vida moderna, se hace mucho énfasis al culto a la juventud. La mercadotecnia saca provecho de eso, los escaparates son maniquís de jóvenes, las diversiones y toda suerte de atractivos se enfoca en la lozanía de la vida. Se gastan billones de dólares para prevenir las arrugas o para ocultar las canas, como si envejecer fuera una desgracia que hay que evitar cueste lo que cueste, total, los viejos pagan. Esto es una falacia (engaño). Nadie puede evitar el envejecimiento, nadie se escapa. Muchos no quieren convivir con los ancianos como si fuera contagioso la senectud como una epidemia.

Te recuerdo si no lo sabes, que en la mayoría de los ancianos hay sabiduría, adquirida en el transcurrir de los años. No te pierdas las oportunidades de escucharlos y de acudir a ellos y pedir orientación o consejo sobre cualquier situación que estés encarando, o con esa persona que te estás apasionando, ellos saben lo que es el amor verdadero, te ayudarán a descubrir si esa persona es creíble, sincera y honesta. En toda relación humana su pertinente consejo te servirá.

Cuando uno lee las cartas del viejo Juan el Apóstol, sorprende su manera de dirigirse a los amigos: “Amado, ruego a Dios que en todo te vaya bien y que tu cuerpo sea tan saludable como lo es tu alma”. ¡Qué lindo! “Amado, no imites los malos ejemplos, imita solo lo bueno. Recuerda que así es como se demuestra ser hijo de Dios; los que continúan en el mal demuestran estar lejos de Dios.” ¡Maravilloso consejo! “Si amamos a Dios, debemos obedecerlo en todo. Pues bien, desde el principio nos ordenó que nos amáramos.” ¡Excelente recomendación!

Finalizo, con este consejo para ti: Escucha a los ancianos, sean tus padres, abuelos, tíos abuelos y por qué no, a los ancianos de la iglesia, relaciónate con ellos y disfruta de su compañía, pasarás buenos momentos. ¡Espero expectante que lo hagas!

Lee 2 Juan 1:5-6