Al hombre siempre le ha preocupado la muerte, su inseguridad es inevitable. Para algunos es entrar en la nada, en la oscuridad donde no hay luz, en lo intemporal, si es cierto el más allá, si habrá un juicio o si existe el infierno. Otros más creen en un lugar intermedio donde las almas se purifican para lograr llegar al paraíso o cielo. ¿Cómo enfrentar la muerte siendo inevitable? 

Para el seguidor de Jesucristo, cristiano de convicción, la muerte es volver a vivir o continuar viviendo fuera del cuerpo y tiene la seguridad de que su alma será traslada al cielo de Dios, al lugar prometido por Jesucristo: “Voy pues a preparar lugar para ustedes, para que donde yo esté, ustedes también estarán conmigo.” “Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí.” Hay más versículos en el Nuevo Testamento donde se nos confirma, que el verdadero creyente, su espíritu o alma regresa al Padre de donde vino a la tierra. 

El apóstol Pablo dice en su carta enviada a los cristianos de la ciudad de Roma: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron” (Romanos 5:12). La muerte física es por causa del pecado, la muerte espiritual por la rebeldía del hombre de no creer en Jesucristo como el Mesías, Señor y Salvador, el único camino y único mediador entre Dios y el hombre. “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en quien podamos ser salvos, Jesucristo hombre” (Hechos 4:11). “Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él” (Romanos 6:8).

La muerte es una realidad, nadie puede escapar de ella. “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Carta a los Hebreos 9:27).

Lo importante e indispensable es confiar nuestra vida en Jesucristo, su muerte no fue en vano, se dio así mismo por amor para que el hombre fuera reconciliado con Dios, recibir el perdón de sus pecados en arrepentimiento y recibir a Jesucristo como su Salvador y él le dará la seguridad de vida eterna. La muerte es una bendición, entraremos a la eternidad para estar para siempre con Dios. 

Lee Job 14:1-22