“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.”

1 Juan 4:10-12

Generaciones de poetas y músicos han estado intentando definir y captar la esencia del amor desde todos los ángulos posibles a lo largo del tiempo. Sin embargo, siguen componiéndose poemas y canciones. ¿Por qué? Porque el amor es una fuerza tan poderosa e inmensa que nunca parecemos cansarnos de escuchar acerca de ella. Aún así todos batallamos por comprender y expresar adecuadamente el amor cada día.

Como Dios es el Creador, es por lo tanto el Creador del amor también. Debemos mirarlo a El para entender lo que significa verdaderamente este sentimiento y cómo podemos guardar su amor en nuestro corazón a la vez que lo damos al mismo tiempo. Tal como Jesús nos mostró mediante su vida y en su muerte.

Probablemente no haya una palabra de la que más se abuse, particularmente en el idioma español que la palabra amor. No tenemos un buen método para poder evaluar el grado hasta el cual estamos expresando la emoción. Como resultado, decimos que amamos el chocolate y amamos a nuestros hijos. ¿Es lo mismo? Desde luego que no, sin embargo, ¿cómo hace uno para diferenciar el significado? Amamos el éxito que ponen en la radio y amamos a Dios. Repito, aunque estos dos conceptos provienen de lugares totalmente diferentes en nuestros corazones utilizamos la misma palabra para describir nuestros sentimientos por cada uno de ellos. 

Los escritores del Nuevo Testamento entendían este dilema. Ellos querían hablar sobre este nuevo tipo de amor cristiano hecho posible mediante una relación real con Jesús. Había sencillamente un problema: no podían encontrar una palabra en el vocabulario del idioma griego que describiera adecuadamente la naturaleza y la calidad de esta nueva experiencia divina; por lo tanto, tomaron una palabra ya existente en el idioma griego, “ágape” y le infundieron un nuevo significado para reflejar este potente concepto del “amor centrado en Dios”.

Es bastante sorprendente y liberador entender que los instintos humanos de describir el amor de Dios por nosotros dieron como resultado una palabra que ahora tiene un significado que nunca antes se le había dado.

Cada día mientras vivimos nuestra vida, Jesús nos ama de manera incondicional y sacrificada y nos ofrece un perdón continuo. El nos pide a sus seguidores que ofrezcamos lo mismo en nuestras relaciones. ¿Porqué? Porque este nuevo tipo de amor nos permite tener relaciones saludables y también ser libres para expresarle el amor de Dios al mundo.

El apóstol Juan lo resume: “Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero” 1 Juan 4:19.

Lee 1 Juan 4:7-21