“Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.”

Hebreos 6:19-20

La fe nos ofrece la creencia de la eternidad, pero vivimos y somos impulsados por la esperanza de que Jesús al final de nuestro viaje.

¿CÓMO MANEJO LAS DIFICULTADES Y LAS LUCHAS DE LA VIDA?

Al mirar de cerca la virtud de la esperanza, es importante entender claramente lo que es la fe. Cuando decidimos ejercitar la fe no tenemos ni idea de lo que habrá a continuación, pero creemos que Dios lo sabe, y creemos que Él tiene el futuro bajo su control a pesar de todo. El autor de GENESIS describe como obró Dios en la vida de Abram y cómo respondió Abram:

“El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.» Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!» Abram partió, tal como el Señor se lo había ordenado.”

Abram expresó su fe. Escucho a Dios y actúo según lo que se le había dicho que hiciera. El autor de Hebreos proporciona esta memorable definición de la fe: “La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve”. Hebreos 11:1

Si la fe da comienzo al viaje, entonces la esperanza le pone fin. La esperanza implica saber absolutamente dónde terminará el camino de la fe; es estar confiado en cuanto a donde concluye la historia. La esperanza nos da la capacidad de soportar las dificultades y los reveses qué hay a lo largo del camino de la fe.

Seguimos caminando con la esperanza de a donde conduce el camino.

Lee Hebreos 6:13-20