Clamo al Dios Altísimo al Dios que me brinda su apoyo. Desde el cielo me tiende la mano y me salva; reprende a mis perseguidores. ¡Dios me envía su amor y su verdad!
Salmo 57:2,3
El nombre El-Elyon trasmite la esencia de la Naturaleza Divina. En el Antiguo Testamento lo identifica como Dios Creador del cielo y de la tierra. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.” Salmo 19:1. Es impresionante los diferentes versículos de las Sagradas Escrituras que se refieren no sólo como el Dios Creador de todo el universo, sino creador del hombre y de la mujer, de la humanidad como resultado. Cada detalle de la creación habla de su inteligencia y sabiduría, así, como de todos los seres vivos de la tierra y del mar, es asombroso los detalles de cada área de esta tierra cuando los contemplamos. Pues este mismo Dios Altísimo es quien nos adoptó como hijos por medio de su Hijo Jesucristo, tomando el lugar de Padre. Jesús de Nazaret enseñó a sus seguidores a llamarle y a orar a él como un Padre, prometiendo que Dios no le niega a sus hijos su comunión y la solución a sus necesidades.
¡Qué privilegio que el Dios Altísimo nos considere en igualdad con su único Hijo, Jesús!, el cual se constituye no sólo en nuestro Mesías, Señor y Salvador, sino también como nuestro hermano.
Lamentablemente el hombre y la mujer seguidores de Cristo no valoramos esta designación y continuamos operando faltos de fe cuando nos acercamos en oración a Él. Debemos tomar el lugar que nos corresponde como hijos y acercarnos al Dios Altísimo con certidumbre de fe, no sólo para pedir que supla nuestras necesidades, nuestra intercesión en favor de otros, sino también para tener comunión con El.
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